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Así, disfrazado de bondad,
el ego presume su grandeza,
con miedo a la soledad
Y a encontrase solo
Así, disfrazado de un salvador,
el ego admite que está por encima de los otros
con miedo reconocer su propia fragilidad
Así, disfrazado de fortaleza
de “yo puedo solo”,
el ego asume que es frágil, que está solo
y olvida que la fragilidad es la fortaleza de quienes saben que desde allí nace la resiliencia, la mágica obra en donde primero se arrullan quienes saben caer y subir de nuevo
Así, disfrazado en muchas cosas que parecen buenas,
el ego no reconoce el amor, sino las formas en que se ha escondido, olvidando el tibio corazón de la grandeza, donde anidan los sabios que transitan el vacío y solo son, sin disfraces, solo siendo los matices que el sentir humano vive y es
Así, disfrazado de ayudar a los otros,
el ego intenta sanar su herida, a su Quirón interno, que necesita sanarse a sí mismo en el afuera, olvidando que solo se sana hacia adentro, tomando contacto con lo que nos ha fracturado y hecho olvidar el amor que somos
Así, cuando caen las máscaras,
aparentemente buenas que hemos creado,
Nace el verdadero ser auténtico
Capaz de conquistar su verdadero mundo interior, viéndose a lo alto, a lo bajo, a lo ancho y en su propia profundidad.
Allí, somos grises, en este eterno verano de sol que siempre soñamos.
Aripka Maia