El fuego no se enciende, se consagra

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Hace días vengo sintiendo que el fuego de la argentina tiene que acceder a un nuevo nivel de conciencia. Se me venía a la mente que nuestro país es reconocido por los famosos “asados”. Piensen en cuántos fuegos se encienden semana a semana… domingo a domingo (por la tradición del famoso asado familiar de ese día)… cuántos fuegos se encienden en nuestro país sin conciencia de lo que este espíritu es. El fuego no se enciende, se consagra, como todos los benditos elementos de esta tierra.
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Estamos tan acostumbrados a hacer uso de los elementos, dia a día, minuto a minuto, y no somos conscientes de lo sagrado en ellos, de la medicina que nuestra madre tierra nos brinda. ¿Qué significa consagrar? Hacer sacro la utilización de los mismos, hacerlo con conciencia y agradecimiento, porque es una energía prestada, no nos pertenece.
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Hace poco recordé la caída de los gigantes al llegar a la tierra, los eles, y recordé cómo cayeron por la apropiación del uso del fuego para luchar, generar batallas y conquistar. El fuego de los dragones en su corazón fue olvidando el verdadero sentido de este, y producto de ello la tierra sigue repitiendo el mismo patrón de inconsciencia de esta naturaleza tan sagrada.
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También tuve la fortuna de encontrarme en el camino con diferentes personas que portan la esencia del dragón en la tierra y observar cómo el uso de este fuego es direccionado a más de lo mismo que tanto queremos cambiar: Manipulación de la energía, asecho, conquista, empoderamiento desde ese poder para alimentar el ego y no ponerlo al servicio de forma santa y sagrada…
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Argentina quiere despertar una nueva dimensión de su fuego y es muy difícil hacerlo si las células que lo componen encienden el fuego sin ser consagrado para el bien común, la evolución personal y colectiva.
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Cuántos fuegos enciende nuestro país para cocinar animales, cuánto fuego en sus habitantes usado para crear y vivir de ilusiones, no se puede jugar con el fuego, porque como bien dice el dicho: el que juega con fuego se quema. Tarde o temprano nuestra propia energía vital de creación nos trae de regreso lo mismo que hemos creado, y entonces, quedamos envueltos en tejidos de los cuales luego tendremos que morir. Nunca morimos a lo que es verdadero, lo verdadero es, nunca muere. Hay un llamado de este cuerpo gestante de la nueva vida a comenzar a ser conscientes de cómo vamos a usar la energía que se nos es dada por la madre tierra, la energía no es para jugar y retroalimentar nuestras carencias. La energía debe direccionarse al servicio, a la transformación, a la misión que cada célula y semilla cósmica tiene aquí. Que así sea.
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Aripka Maia

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4 comentarios en “El fuego no se enciende, se consagra”

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