La simbiosis primaria. Niñez e identidad – Aripka Maia

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Las mujeres u hombres que nunca generaron la simbiosis primaria con la vida y su existencia caminarán incompletos a lo largo de sus vidas. La primera simbiosis que todo ser humano por derecho divino debe tener es la que se produce con el cuerpo de la madre que lo concibe, gesta, pare y alimenta. Sin este cuerpo disponible para generar una simbiosis primaria, difícilmente logremos una estructura sólida siendo adultos. Existen, desde mi perspectiva, 4 estructuras básicas que el ser necesita poder manifestar en el principio de este tipo de vida en la tierra: 1) La energía que nos aporta Aries que es ENCARNAR. 2) Tauro, el alimento, asimilación, descanso, placer, todo lo ligado a los procesos orgánicos de la tierra. 3) Géminis, sinapsis, conexión con el entorno, lenguaje, juego. 4) Cáncer, sentirme parte de la matriz familiar que habito y me habita, aquella que me da afecto y a quien me entrego para que me sostenga hasta que pueda volar por mí mismo. Sin estás 4 estructuras básicas consolidadas en mi interior, que involucran a los 4 elementos (Aries: fuego, Tauro: Tierra, Géminis: Aire y Cáncer: Agua), no puedo generar la quinta energía y tampoco puedo cerrar el ciclo de madurez de mi niñez, ya que no podré despedir aquello que no tuve. He aquí la profundidad de lo que quiero compartir con esta nota:

Será muy difícil para mí inconsciente salir de la matriz primaria familiar y crear la quinta energía que es el momento leonino, donde voy a poder forjar mi propia identidad y salir de la matriz que me alimentó para crear la propia. El dolor de no haber experimentado los ciclos orgánicos de la vida se va acrecentando con los años, creando las distoriciones que hoy existen en el mundo de los adultos, ya que claramente son adultos con niños carentes dentro de sí que no recibieron las 4 estructuras básicas para permitir que el ser ENCARNE. Para la psiquis, despedir algo que no se tuvo es algo muy profundo y complejo, la psiquis no encuentra pie o raíz para poder hacer este proceso sin evitar tener que adentrarse en un proceso de profundo vacío y dolor. Por este mismo motivo, cerrar el ciclo del niño carente es algo que cuesta mucho elaborar en la vida del adulto y esto puede llevar años de trabajo con uno mismo. Esto se ve mucho en la mujer cuando está gestando por primera vez a un hijo y aún no ha sanado el vínculo con su madre y a su niña interior. La gestación de una nueva vida le remueve todo el dolor que no pudo superar de su concepción, gestación, nacimiento y alimentación, sea o no consciente de ello. Cuando la estructura básica no está constituida surgen los procesos de apego que se retroalimentan en el dolor entre la madre, el padre y el hijo. El padre o la madre no ha podido despedir a su propia infancia no resuelta en su inconsciente, por lo tanto, tampoco podrá despedir a su hijo cuando sea el momento de soltarlo. Despedir al hijo implica tener que duelar y despedir su propia infancia. Cuando esto pasa y viene un bebé en camino, el centro de atención no es la vida que llega, sino el niño que no se integra en la madre o padre. Esto genera la primera huella en el inconsciente del niño que viene, en donde no recibe el afecto en tiempo presente que necesita, puesto que sus progenitores están más ocupados de saciar las carencias de su niño.

En relación con el tema del duelo o cierre de algo que no se tuvo, sucede igual con las parejas. Cuando se termina una relación que inició desde una ilusión, ficción, mentira, falta de amor verdadero, pelea, conflicto, karma, es muy difícil duelarla para la psiquis. Cuando se intenta producir una sinapsis cerebral para cerrar rutas viejas y crear nuevas, le es muy difícil a nuestro sistema, puesto que, en la mayoría de los casos, el inconsciente no encuentra lo que necesita duelar o despedir, lo que quiero decir es que la información no logra organizarse de forma rápida y fácil para cerrar el ciclo. De ahí que muchas parejas se separan y llevan años hasta que se produce un verdadero corte. Lo que muchas veces el inconsciente no encuentra es reconocer qué debo duelar o cerrar. Y lo que en general sucede es que se necesita duelar la propia identidad generada durante la convivencia con esa pareja. Es decir, duelar la identidad a la cuál yo me apegué de mi misma compartiendo mi campo de energía con la otra persona. Cuando este proceso se hace, se suelta una vieja identidad y con ella, la pareja que era testigo de ella.

2023, año del niño crístico

Luego de muchos años de trabajo interior, la humanidad que ha elaborado su pasado y lo ha cerrado en luz, tendrá la oportunidad de enraizar en la matriz de su ADN a su niño sano, íntegro, crístico de las estrellas. Esto traerá un verdadero cierre y síntesis, permitiendo que se anclen en tierra más capas de nuestro diseño original. Para colaborar este proceso ha bajado a través de nuestro canal, de @elrubi33 y mío, una bellísima energía desde la fuente de los ancianos de los tiempos. Ellos se han presentado a través de nuestro canal en su estado de niños, mostrándonos lo que su niño crístico manifiesta en el plano en donde hoy vive. Así, recibimos la conciencia de Niña María (imagen del post), su complemento, Niño José. Niño Jesús y su complemento, Niña Isis, Niño Osiris, entre otros. Son en total 24 niños crísticos que hoy conforman un oráculo llamado “Portales de los niños crísticos”. Estamos trabajando para presentar todo lo recibido el próximo año 2023. Esta energía ha traído la inmensa bendición a nuestras vidas de poder sanar nuevas capas de nuestros niños interiores y estamos seguros de que la emanación de cada uno de los 24 portales también catalizará más y más integración en quienes reciban la frecuencia. Recuperar los dones que el estado ascendido de nuestro niño tiene, es un derecho divino. Nos auguro una humanidad llena de niños crísticos expresando la pureza que somos.

Aripka Maia

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